lunes, 21 de agosto de 2017

Partido Comunista: Conciencia contra espontaneidad

La concepción de lo que es el Partido Comunista en estos momentos es muy confusa. Unos lo ven como la vanguardia organizada sin sus vínculos con las masas. Otros, en cambio, lo ven como partido de masas. Sin embargo, la verdadera esencia del Partido es la fusión del  socialismo científico con el movimiento obrero o, lo que es lo mismo, la fusión de la vanguardia con las masas en un todo único e indisoluble. Es por ello que desde la UJCE en Valladolid veíamos necesario sacar  "Partido Comunista: Conciencia contra espontaneidad", una recopilación de textos que giran en torno a esta temática. El índice es:


  1. Infancia de la clase obrera- UJCE Valladolid
  2. ¿Por dónde empezar? - Lenin
  3. ¿Qué hacer? - Lenin
  4. Carta a Piotr Smidovich - Lenin
  5. Carta a un camarada sobre nuestras tareas de organización - Lenin
  6. La conciencia desde fuera - Shandro, Alan

Si es de tu interés tener esta recopilación, escríbenos a valladolid@juventudes.org. Del mismo modo, hemos puesto aquí el primer texto del libro para que pueda leerlo quien quiera sin necesidad de tener la compilación.
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Infancia de la clase obrera:

La división de la humanidad en clases lleva aparejada consigo la explotación de unas sobre otras; y con esta explotación, surge la necesidad de la emancipación. Antes de la sociedad capitalista existían otras formas de organización en clases: el esclavismo y el feudalismo. Ambas desaparecieron, dando lugar a la siguiente, pero ello no era producto de la lucha de clases llevada a cabo por la clase oprimida, sino de la acción de fuerzas sociales ajenas al eje central de aquellas formaciones sociales (por ejemplo, el régimen esclavista se desintegró, mientras que para el feudalismo fue la entrada en juego de la burguesía lo que dio lugar a su fin). Así, hasta la sociedad capitalista, tan sólo había cambios en la forma de explotación, la emancipación de una determinada clase daba lugar a la aparición de otras. El momento en que la lucha de la clase oprimida permite no sólo su emancipación como dicha clase, sino también acabar definitivamente con la división en clases y, de ese modo, emancipar a la humanidad entera, es con la aparición en escena del proletariado. Sin embargo, cabe preguntarse por qué es la clase obrera la única que, a lo largo de la historia, capaz de suprimir todo tipo de opresión.

El capitalismo ha eliminado las viejas formas de producción o las ha supetidado a su mando, ha socializado la producción mientras que su apropiación sigue siendo privada, la satisfacción de necesidades personales ya no es algo individualm sino social y, sobre todo, ha divido a la humanidad en dos polos: uno ínfimo en tamaño, que ostenta los medios de producción y concentra toda la riqueza, y otro, que abarca a casi toda la humanidad, que no podee más que su propia fuerza de trabajo (y que se ve obligado a venderla para subsistir). De ese modo el proletariado, para poder emanciparse, debe expropiar a quienes le expropian de sus medios de vida continuamente: la burguesía.

Ahora bien, la misión histórica del proletariado es acabar con la división de la humanidad en clases, pero esto no responde a las preguntas: ¿Cómo se constituye la clase obrera? ¿Qué es?

El proletariado no surge inmediatamente con el capitalismo, sino que, en un principio, existían asalariados desperdigados que tendían constantemente a volver a antiguas relaciones de producción familiar. En cuanto el capitalismo se amplía e introduce las máquinas en la producción es cuando muchos productores se proletarizan y, con ello, empieza una resistencia más o menos organizada de los proletarios a una escala individual o local, esto es el ludismo, en el cual los trabajadores rompían las máquinas para no perder sus puestos de trabajo. Poco a poco, se va extendiendo y organizando a escala nacional. Del mismo modo, van tomando conciencia de que son una clase aparte, con unos determinados intereses no sólo respecto al patrón, sino también respecto a los artesanos, etc. (por ejemplo, al principio los asalariados estaban junto a los artesanos en sus reivindicaciones, pero pronto se dieron cuenta de que sus intereses eran distintos). Así, se va forjando la conciencia en sí de la clase obrera: con su desarrollo y su experiencia al participar en las revoluciones burguesas en Europa de aquel siglo[1] se irán politizando y adquiriendo conciencia más capas de la clase, además de que va recogiendo las enseñanzas de su actividad política. En la segunda mitad del siglo XIX, ya se está organizando el movimiento obrero internacionalmente, con la creación de la I Internacional (la Asociación Internacional del Trabajo). Es en el periodo histórico de la I Internacional, que recoge a través de Marx y Engels las lecciones de las revoluciones burguesas, especialmente de la revolución de 1848 en donde la clase obrera aparece ya como sujeto independiente, cuando la clase obrera aprende que para alcanzar sus intereses revolucionarios no puede utilizar el Estado Burgués, sino que debe destruirlo y crear el suyo propio, el de la dictadura del proletariado. La compresión de esta lección de la lucha de clases permite al socialismo científico convertirse en la corriente dominante en el movimiento obrero, acabando con la hegemonía del anarquismo y otras corrientes de la pequeña burguesía. Tras ese periodo, vendrá el crecimiento del movimiento obrero, con la formación de los grandes partidos obreros de masas, los partidos socialdemócratas de la II Internacional, cuya principal figura fue Karl Kautsky.

De este modo, queda patente que el proletariado en este siglo no es sólo algo económico (asalariados), sino que es unidad de conciencia (en sí) y movimiento (de resistencia). Ahora bien, los límites de esta primera forma de conciencia van apareciendo al tiempo que las facciones progresistas de la burguesía van abandonando el bando de la revolución. Hasta ahora el proletariado se presentaba en la escena política, espontáneamente armado, impulsado por los últimos  efectos de la revolución democrático-burguesa. Europa, entonces, se encontraba en un estado de perpetuo de efervescencia social, el guillotamiento de quien estaba hasta ayer detentaba el poder político era una posibilidad recientemente certificada, la izquierda de la burguesía hacía tambalearse lo que quedaba del poder de la vieja aristocracia y se podía ver cómo facciones del propio ejercito estatal pasaban al bando revolucionario cambiando en pocas horas la correlación de fuerzas de las clases. Pero este estado no iba a durar para siempre, con la última aportación progresista que la burguesía estaba llamada a dejar en la historia y con la entrada del capitalismo en su fase de crisis generalizada, imperialista, el proletariado se encuentra solo frente a todo lo existente, su movimiento de resistencia, por mejora de sus condiciones de explotación ya no llevará más hasta las puertas del poder político y la burguesía podrá reconducirlo sin que le suponga perder lo único que no está dispuesta a dar.

Será cada vez más evidente que la mera conciencia de clase como clase asalariada no aproxima al proletariado a su liberación. Los frutos de esta lucha, principalmente parlamentaria y sindical, a cuya cabeza han estado los partidos obreros socialdemócratas, en lugar de romper las cadenas de la explotación clasista, van cristalizando en la formación de una capa de obreros privilegiados, la aristocracia obrera, con quien la burguesía está dispuesta a repartirse las superganancias producto del dominio de una minoría de Estados imperialistas sobre la mayoría de naciones oprimidas del mundo.[2] De este modo, en los partidos obreros de masas se mostrarán de forma cada vez más clara dos tendencias enfrentadas, una oportunista (cuyo principal teórico será Eduard Bernstein) que pone en el centro de la actividad del partido la lucha por las reformas; otra revolucionaria, en donde estarán a la cabeza los socialistas rusos, que se replantearán la deriva de la socialdemocracia internacional, que analizarán el carácter de sus organizaciones políticas y la relación de éstas con los objetivos de la revolución social, volviendo para ello sobre la importancia de la teoría revolucionaria, sobre el socialismo científico.

La maduración imperialista del capitalismo también hace madurar las condiciones objetivas de la revolución[3] y a su vezpone a prueba la madurez subjetiva del proletariado. Ahora dependerá del grado de conciencia desarrollada por el proletariado tanto la victoria como la derrota de su proyecto, se hace pues necesario que este eleve sus miras por encima de su realidad empírica cotidiana y aprehenda el devenir de la historia de la humanidad. El socialismo científico, antes aislado del movimiento obrero[4] encuentra su lugaren la unidad con dicho movimiento en forma  de Partido Comunista, teorizado y aplicado por lenin y sus camaradas.

Con la forma de Partido Comunista el marxismo, ya no es algo externo a la clase sino que se materializa en su movimiento a travéz de las mediaciones que unen a la vanguardia con las masas. De ese modo, la teoría del partido leninista se enfrenta a la teoría y a la práctica de los partidos reformistas de la II Internacional, que de facto trabajaban sobre la tesis del movimiento por el movimiento de Bernstein, en contraposición a la tesis leninista: sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario.

Durante la etapa de toma de distancia con el viejo movimiento Lenin y los iskristaspresentarán dura batalla contra el resto de la socialdemocracia sobre las tareas concretas del movimiento, el proletariado saldra de esta encarnizada lucha teórica con al forma de su organización. Esta será una de las bases fundamentales que permitirán a los bolcheviques ser la vanguardia del movimiento obrero internacional, protagonizando la ruptura con los viejos socialdemócratas para fundar la III Internacional, tras la conquista del poder durante la Revolución Socialista de Octubre, que instaura la primera dictadura del proletariado triunfante, superando, por haberla comprendido, la experiencia del movimiento obrero que les precedió. Así, el proletariado está pues preparado para caminar solo. Y con ella, con su organización política caracterizada por el papel principal de la conciencia revolucionaria, pensará lo que hace y hará lo que piensa, históricamente ha superado su infancia.

Hoy, como entonces, el proletariado empieza a levantarse comprendiendo su práctica revolucionaria previa. Por ello, en este compendio se ha tratado de recoger la esencia de los debates que van delimitando la forma del Partido Comunista durante su principal etapa de teorización, entorno al II Congreso del POSDR de 1903. Los primeros textos: ¿Por dónde empezar?, Carta a un camarada sobre nuestras tareas de organización, ¿Qué hacer? y Carta a Piotr Smidovich, pertenecen a Lenin y son escritos entre 1901 y 1903. El último, escrito por Alan Shandro, profesor universitario canadiense, es más reciente y por lo tanto contiene una perspectiva más extensa. También hay que decir que aún siendo el autor un académico, el texto aquí recogido es una correcta defensa de la tesis leninista central en la teoría del partido proletario: la conciencia llega al movimiento desde fuera de su movimiento espontáneo.

NOTAS:

 [1]La más destacada es la de 1848, ya que en ella el proletariado ya actúa como clase independiente. Por primera vez en la historia ha dado un paso que la burguesía no está dispuesta a dar, ésta ya no se encuentra a su cabeza dirigiéndolo sino en su retaguardia apuntándole con fusiles. Marx afirma entonces: la bandera tricolor se tornó roja empapada en la sangre del proletariado.


[2]En 1914 el más grande y combativo de los partidos obreros del mundo, el SPD, junto a sus hermanos de la II Internacional, vota la aprobación de los créditos de la primera gran guerra interimperialista, donde el proletariado iba a desangrarse por mejorar la posición de las distintas naciones por el reparto del mundo.

 [3]Cuando hablamos de que las condiciones objetivas de la revolución proletaria estén maduras non nos referimos a la cantidad de pobreza sino a la socialización a nivel mundial de la producción a la par que la apropiación privada de su producto. Esto hace posible el sueño de la emancipación humana, utópicamente sostenido por las revueltas de esclavos en Roma, las guerras campesinas medievales y la izquierda jacobina en Francia. Pero no porque se viva mejor o peor ahora sino porque el movimiento de esas clases desposeídas no las transforma en clases poseedoras sino que atenta contra la propiedad privada misma y un cuestionamiento de las cadenas en un pequeño país resuena con fuerza en todo el globo haciendo temblar la endeble producción mundial y despertando viejos horizontes emancipatorios.

 [4]El marxismo de los tiempos de la II Internacional se encontraba a lo sumo recluido en la cabeza de Kautsky y los dirigentes de turno, pero siempre de forma externa a las masas obreras. Esa limitación alejaba al marxismo de su verdadera esencia, descuidaba en la teoría, por ejemplo, elementos troncales como el concepto de praxis revolucionaria y no rompía en absoluto con el cientificismo, visión burguesa de la sociedad que reduce el marxismo a mera ciencia económica, política o social.

sábado, 12 de agosto de 2017