Este 17 de mayo, la Juventud Comunista
quiere recordar que hay much@s lesbianas, maricas, bisexuales, trans e
intersex que siguen sufriendo la violencia del sistema capitalista y
heteropatriarcal y que están pagando con sus vidas la crisis que no han
causado. La precariedad laboral, las reformas laborales, las
agresiones en la noche y en las calles o las terapias del test de la
vida real ,forman un conjunto de violencias de las que se puede sólo se
puede concluir que es necesaria una transformación social profunda
que desmantele el orden heteropatriarcal que convierte a las personas
LGTBI en chivos expiatorios tapando quiénes son los verdaderos
culpables de la crisis, la precariedad y la pobreza.
Ante las noticias que recibimos cada
viernes acerca de cómo van a volver a agredir los derechos sociales y
laborales, las comunistas creemos que es necesario apostar por la
organización de las personas LGTB como estrategia de lucha frente al
individualismo de “ sálvese quién pueda”. Sólo la unión de l@s
oprimid@s puede hacer frente a una patronal que ya ha puesto en marcha
una revolución neoliberal ,que está desmantelando todos aquellos
servicios públicos conseguidos por las luchas sociales. Es el caso de
los derechos de las personas que viven con el VIH que, tras los
recortes en sanidad, en prevención y las reformas laborales, se
encuentran en una situación de vulnerabilidad que les podría asegurar
una exclusión permanente de la ciudadanía. En lo que respecta a las
personas migrantes seropositivas, su situación es aún más grave, ya que
las múltiples exclusiones las puede condenar, incluso, a la muerte.
La historia del movimiento LGTB es clave para entender, ahora más que
nunca, la necesidad de la organización y la lucha frente al
desmantelamiento de los servicios públicos que podrían garantizar una
vida digna.
Una vez más, seguimos exigiendo la
inmediata despatologización de las identidades trans e intersex, que
implica la obligación de ceñirse a unos ideales de género, esto es, una
violencia transformada en exclusión social y económica, la privación
de derechos y la tutela médico-psiquiátrica. Como comunistas,
rechazamos este tipo de prácticas que legitiman una especie de “policía
del género” y consideramos la lucha de las personas trans e intersex
como un eje básico y primordial del feminismo revolucionario,
transgresor y transformador.
Desde la Juventud Comunista trabajamos
para construir un mundo donde las fobias hacia las personas que viven
su sexualidad en los márgenes de la norma sólo sean un simple fenómeno
de la historia pasada. Aspiramos a la superación de la normatividad
heterosexual de la misma manera que apostamos por la superación del
capitalismo. En definitiva, luchamos por construir un mundo donde no
haya explotación ni dominación en base a la clase social, la
raza/etnia, el género o la sexualidad.
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