No es casual que más del 40% de las personas en paro sean jóvenes, y que de ellos, más de la mitad sean mujeres con formación, ni que una de cada cuatro mujeres mayores de 65 años esté bajo el umbral de la pobreza. El paro femenino es totalmente compatible con el sistema y genera dependencia heteropatriarcal. ¿No merecen las tasas de pobreza entre lesbianas una consideración de la relación entre heteronormatividad y la economía capitalista? Las tasas de precariedad, explotación y pobreza entre la mujeres lesbianas, bisexuales, trans e intersex merecen la necesidad de un orgullo más indignado y feminista que nunca.
El pacto del euro supone una reducción y una progresiva privatización de los servicios públicos, que podrían permitir el desarrollo colectivo de la responsabilidad de los cuidados, y a su vez un empleo de calidad para las trabajadoras. Además, las privatizaciones de la educación y la sanidad dificultan el acceso a los servicios específicos que necesitan las transmaribibolleras, especialmente en el caso de las trans e intersex, así como los planes de lucha contra el bullying LGTB-fobico.
El androcentrismo correspondiente a la lógica del capital se expresa también en la representación de las mujeres no heterosexuales. La lesbofobia no ha estado ausente en el movimiento gay ni en el feminista, como la transfobia o la bifobia. Por ello, es necesario reivindicar nuestra sexualidad, nuestras experiencias y nuestras necesidades específicas, como mujeres que sufrimos la amenaza y opresión patriarcal y capitalista traducida en distintos tipos de discriminación en tanto que lesbianas y en tanto que mujeres de clase obrera.
Debemos reivindicar nuestro cuerpo como espacio de reivindicación y acción política frente a los mecanismos de regulación y control social que nos invaden El caso de las personas trans e intersex es aún más urgente, por lo que exigimos la inmediata despatologización de las identidades trans e intersex, porque su consideración patológica implica la obligación de ceñirse a unos ideales de género, esto es, una violencia transformada en exclusión social y económica, la privación de derechos y la tutela médico-psiquiátrica.
Desde la Juventud Comunista hacemos un llamamiento a la rebelión hacia los discursos misóginos, patriarcales y homófobos establecidos y sobre todo a un Orgullo alejado de las mercantilizaciones que domestican nuestras luchas y rompiendo con ese supuesto de las transmaribibolleras como consumidoras en potencia en nuestro mercado rosa. No nos oponemos a las posibles celebraciones festivas, pero debemos estar más indignadas que nunca a la hora de salir a las calles y romper con lo establecido por un sistema que no deja de oprimirnos, explotarnos y robarnos. Este 28 de junio debe ser un día de reivindicación y de lucha anticapitalista, antiheterosexista, antipatriarcal y antiracista.
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