El 1 de enero de 1959 fue el día en que triunfó definitivamente la Revolución Cubana. Ahora, en el 2009, cumple 50 años. Años en los que ha conocido de todo. Pero ya antes de ese triunfo la Revolución había conocido unas cuantas cosas, malas y buenas.
El comienzo de la lucha contra la dictadura de Batista -la Revolución propiamente dicha llegaría más tarde- se sitúa el 26 de julio de 1953, cuando un grupo de patriotas cubanos asaltó por sorpresa el cuartel Moncada. La motivación de los asaltantes, conducidos por el joven abogado Fidel Castro, era la de combatir la infame dictadura que sometía a Cuba a los designios más infames aún de los Estados Unidos.
El asalto no triunfó, y los asaltantes fueron sometidos a juicio. En el mismo es donde Fidel, ejerciendo su autodefensa, pronunció el alegato La Historia me absolverá, una auténtica declaración de intenciones. El tribunal, ante la escandalosa violación por parte de la dictadura de los principios consagrados en la Constitución de 1940, absolvió finalmente a Fidel Castro.
Fue en México donde se perfiló el movimiento revolucionario que había de llevar el socialismo a Cuba, y allí fue también donde el líder de los revolucionarios conoció al médico argentino Ernesto Guevara, el Che. Un amplio grupo de cubanos se unió entonces para derrocar a la dictadura de Batista.
Los revolucionarios desembarcaron (desde el Granma) en 1956 en las costas cubanas. La aviación de la dictadura les obligó a dispersarse, de resultas que al reunirse, según se cuenta, sólo quedaban doce revolucionarios del grupo inicial.
La Revolución parecía fracasada, nada más comenzar. Sin embargo, los revolucionarios supieron ganarse el apoyo del pueblo. El pueblo, en torno a la guerrilla, realizó la Revolución y en 1959 se instaló en Cuba un nuevo sistema.
Los criminales de la era de Batista fueron juzgados y condenados. Se implantó la justicia social y se restauró la soberanía del pueblo, así como la independencia del país. Los partidos políticos participantes en la Revolución se reunieron en el PURS (Partido Unido de la Revolución Socialista), y se implantó una Ley Fundamental que organizase la transición al sistema socialista. El 3 de octubre de 1965 se fundó finalmente el Partido Comunista de Cuba.
La culminación del proceso revolucionario se halló en la aprobación por referéndum popular de la Constitución de la República de Cuba en 1976, proclamando para Cuba un sistema socialista esencialmente democrático y desarrollado, sin caer en los vicios burocráticos de otros sistemas socialistas. La Constitución fue acompañada de la elección del compañero Fidel Castro como Presidente del Consejo de Estado, tras haber liderado la Revolución durante veinte años.
El socialismo sólo pudo desarrollarse con la participación directa de todo el pueblo y la planificación democrática de la economía. Un ejemplo de ello fue la gran zafra azucarera de 1970, con una producción de más de ocho millones de toneladas de azúcar. Pero, en un continuo afán de autoperfeccionamiento, la Constitución fue modificada en 1992 para mejorar aún más el sistema de democracia socialista de la isla, por una indicación del IV Congreso del Partido Comunista de Cuba. En el año 2002, un referéndum popular declaró el sistema socialista cubano como irrevocable.
A lo largo de su existencia, la Revolución Cubana ha sufrido una gran cantidad de ataques que han animado al pueblo cubano a continuar por la ruta del socialismo y de su independencia frente a las potencias imperialistas. El intento de invasión de la isla en 1961, la crisis de los misiles o el derrumbe del bloque socialista han sido golpes duros para el país, que aún así sigue resistiendo. Más recientemente, una oleada de huracanes ha arrasado la isla, sin que el pueblo haya perdido la confianza en un sistema que -en este caso- ha sabido evitar lo que en otros países ha sido una masacre.
El relevo de Fidel Castro en el timón del Estado ha demostrado al mundo que con Fidel o sin Fidel, la Revolución Cubana continuará su rumbo socialista, internacionalista y democrático sin que el imperialismo pueda hacer nada en contra de ello.
El comienzo de la lucha contra la dictadura de Batista -la Revolución propiamente dicha llegaría más tarde- se sitúa el 26 de julio de 1953, cuando un grupo de patriotas cubanos asaltó por sorpresa el cuartel Moncada. La motivación de los asaltantes, conducidos por el joven abogado Fidel Castro, era la de combatir la infame dictadura que sometía a Cuba a los designios más infames aún de los Estados Unidos.
El asalto no triunfó, y los asaltantes fueron sometidos a juicio. En el mismo es donde Fidel, ejerciendo su autodefensa, pronunció el alegato La Historia me absolverá, una auténtica declaración de intenciones. El tribunal, ante la escandalosa violación por parte de la dictadura de los principios consagrados en la Constitución de 1940, absolvió finalmente a Fidel Castro.
Fue en México donde se perfiló el movimiento revolucionario que había de llevar el socialismo a Cuba, y allí fue también donde el líder de los revolucionarios conoció al médico argentino Ernesto Guevara, el Che. Un amplio grupo de cubanos se unió entonces para derrocar a la dictadura de Batista.
Los revolucionarios desembarcaron (desde el Granma) en 1956 en las costas cubanas. La aviación de la dictadura les obligó a dispersarse, de resultas que al reunirse, según se cuenta, sólo quedaban doce revolucionarios del grupo inicial.
La Revolución parecía fracasada, nada más comenzar. Sin embargo, los revolucionarios supieron ganarse el apoyo del pueblo. El pueblo, en torno a la guerrilla, realizó la Revolución y en 1959 se instaló en Cuba un nuevo sistema.
Los criminales de la era de Batista fueron juzgados y condenados. Se implantó la justicia social y se restauró la soberanía del pueblo, así como la independencia del país. Los partidos políticos participantes en la Revolución se reunieron en el PURS (Partido Unido de la Revolución Socialista), y se implantó una Ley Fundamental que organizase la transición al sistema socialista. El 3 de octubre de 1965 se fundó finalmente el Partido Comunista de Cuba.
La culminación del proceso revolucionario se halló en la aprobación por referéndum popular de la Constitución de la República de Cuba en 1976, proclamando para Cuba un sistema socialista esencialmente democrático y desarrollado, sin caer en los vicios burocráticos de otros sistemas socialistas. La Constitución fue acompañada de la elección del compañero Fidel Castro como Presidente del Consejo de Estado, tras haber liderado la Revolución durante veinte años.
El socialismo sólo pudo desarrollarse con la participación directa de todo el pueblo y la planificación democrática de la economía. Un ejemplo de ello fue la gran zafra azucarera de 1970, con una producción de más de ocho millones de toneladas de azúcar. Pero, en un continuo afán de autoperfeccionamiento, la Constitución fue modificada en 1992 para mejorar aún más el sistema de democracia socialista de la isla, por una indicación del IV Congreso del Partido Comunista de Cuba. En el año 2002, un referéndum popular declaró el sistema socialista cubano como irrevocable.
A lo largo de su existencia, la Revolución Cubana ha sufrido una gran cantidad de ataques que han animado al pueblo cubano a continuar por la ruta del socialismo y de su independencia frente a las potencias imperialistas. El intento de invasión de la isla en 1961, la crisis de los misiles o el derrumbe del bloque socialista han sido golpes duros para el país, que aún así sigue resistiendo. Más recientemente, una oleada de huracanes ha arrasado la isla, sin que el pueblo haya perdido la confianza en un sistema que -en este caso- ha sabido evitar lo que en otros países ha sido una masacre.
El relevo de Fidel Castro en el timón del Estado ha demostrado al mundo que con Fidel o sin Fidel, la Revolución Cubana continuará su rumbo socialista, internacionalista y democrático sin que el imperialismo pueda hacer nada en contra de ello.
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