La empresa Renault finalmente ha decidido adjudicar su Plan Industrial 2014-2016 que conllevará un aumento de la producción en las plantas de Valladolid, Palencia y Sevilla. Esto se ha presentado como una gran noticia, alabado por el gobierno español como un logro, como una demostración de que los recortes y las reformas laborales han dado sus frutos, ya que se alardea de la creación de 1.300 puestos de trabajo.
Sin embargo, recordamos que las reformas laborales no se han hecho con el objetivo de crear empleo, sino para empeorar su calidad, facilitar el despido, reducir el poder de negociación de los trabajadores y reducir los salarios, lo cual ha sido aprovechado por la compañía. En este sentido, varias organizaciones sindicales han venido denunciando que el propósito de Renault era el de presionar para llevar a cabo ajustes salariales, aumentos de jornada laboral anual, reducción de costes asociados a la flexibilidad (pluses por festivos, por nocturnidad, etc.) y la introducción de turnos especiales de trabajo que podrían incluir los siete días de la semana.
Todo ello tiene un importante efecto sobre los trabajadores de las empresas de las zonas donde se establezca Renault, dado el poder de negociación e influencia del que dispone la multinacional francesa. Prueba de ello es que Renault ha utilizado la grave situación económica para presionar a los trabajadores a que acepten sus condiciones, advirtiendo en su momento de que otras plantas europeas podrían estar interesadas en acogerse al plan, presionando por tanto contra los trabajadores de otros países. Además, hay que tener en cuenta que acogiéndose a las distintas reformas laborales, Renault y otras muchas empresas han destruido muchos más empleos que los prometidos por el actual Plan Industrial y han empeorado las condiciones laborales y reducido los salarios significativamente.
Por tanto, este tipo de acuerdos lo único que logran es presionar contra los derechos de la clase obrera a nivel internacional, fomentando la competencia entre los trabajadores de distintos países y de esta forma debilitando su fuerza como clase. Los empleos creados en España a cambio de peores condiciones no sólo son insignificantes frente a los perdidos durante la crisis y con los recortes y las reformas laborales, sino que además son empleos perdidos en Francia y no obtenidos en Turquía. Los trabajadores franceses y turcos se verán forzados a vender su fuerza de trabajo en peores condiciones para obtener un empleo, al igual que ha ocurrido con los trabajadores españoles.
Las lecciones extraídas de todo esto son por un lado que el resultado de la competencia y la división en el seno de la clase obrera, tanto dentro de un país como a nivel internacional, debilita a ésta frente a los capitalistas. En segundo lugar, también puede verse cómo el desempleo sirve para presionar a los trabajadores a aceptar las más miserables condiciones de trabajo, y cómo las políticas de recortes en servicios sociales y de reducciones de derechos laborales, que ya vienen de lejos, y que han sido aceleradas durante la crisis, no han servido más que para presionar aún más en este sentido.
A todo esto hay que añadir el poder que las empresas que monopolizan el sector de la automoción ejercen sobre las pequeñas empresas del sector. La Junta de Castilla y León ha permitido, ante la presión de Renault, que todos los proveedores sin excepción para la factoría no se encuentren a más de 100 km. Esto supondrá la desaparición de pequeñas empresas de proveedores y el despido de cientos de trabajadores.
Ante ello, desde la UJCE en Valladolid denunciamos esta situación y animamos a la clase obrera a estar más unida y firme que nunca en la defensa de sus derechos, tanto a nivel estatal como internacional. Porque si la explotación y la miseria de los trabajadores de otro país se intensifica, perjudicará tarde o temprano a los trabajadores del nuestro, y viceversa. Y ante esto, debemos adoptar no sólo una actitud defensiva, sino también pasar al contraataque y exigir la nacionalización y el control obrero de la industria automovilística, y en general de todos los sectores estratégicos de la economía. Para que la clase obrera pueda salir de la espiral de explotación, miseria y extorsión en la que se encuentra debemos superar el capitalismo, el poder de unos pocos sobre la gran mayoría de la población, y sustituirlo por el socialismo, que consiste en la planificación económica en función de las necesidades sociales, en la producción bajo control obrero y popular.
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